2017-06-03

VIVIENDO CONSCIENTE DE SU OMNIPRESCENCIA



La vida cristiana es bastante compleja y difícil de vivir pero sobre todo de comprender algunas cosas, Nos resulta díficil vivir una vida en la que dependamos de alguien mas que nosotros, somos seres orgullosos.

En la Biblia encontramos tantas historias sobre como el orgullo del hombre trajo dificultades a su vida, hay muchos casos que empezaron bien pero a consecuencia de enaltecerse  terminaron sufriendo dificultades por causa de ello.

Yo también al empezar la vida cristiana me di cuenta que el problema del orgullo también era parte de mi vida, siempre quise hacer todo por mi cuenta y sin consultar a nadie considerando que podía pedir que Dios me viera solo algunas veces y no todas. Mientras estaba en la iglesia me comportaba como un cristiano. cumplía con las normas de conducta dentro de ella pero llegaba a casa y terminaba siendo igual al que era antes. Siempre comprometiendo el trabajo de mi madre, vivía dos vidas en una.

No conocía verdades espirituales acerca de la omnipresencia de Dios, aunque cantaba sobre ella  no podía comprender la totalidad de las letras y seguía caminando por el camino de la hipocresía sin darme cuenta, fue tan sutil que no me había percatado hasta que habían pasado meses y era un hipócrita consumado.

Pensé que estaba haciendo bien hasta que en una de las introducciones de las reuniones leyeron el siguiente pasaje:

"¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?" Jeremías 23: 24

Está pregunta quedo rondando mi mente y mientras trataba de encontrar una respuesta clara sobre este asunto encontré dos casos interesantes en la Biblia, uno es la historia de Ezequias y  Manases, los dos fueron reyes que  tuvieron distintos inicios y finales diferentes pero ambos  tuvieron experiencias con Dios y el orgullo fue parte de ellas.

 "En aquel tiempo Ezequias enfermó de muerte; y oró a Jehova, quien le respondió, y le dio una señal. Mas Ezequias no correspondió al  bien que le había sido hecho, sino que se enalteció su corazón, y vino la ira contra él, y contra Judá y Jerusalén. Pero Ezequías, después de haberse enaltecido su corazón, se humilló él y los moradores de Jerusalén; y no vino sobre ellos la ira de Jehová en los días de Ezequías."                                     2 Cronicas 32:24-26

Ezequias empezó bien su vida  pero después de todo volvió al caminó correcto y el éxito de su vida se baso en que volvió  a ser conscientes de la presencia de Dios porque la humildad es necesaria para poder vivir haciendo la voluntad de Dios, porque al ser humildes aceptaríamos sus peticiones y sus mandatos.

El hecho de humillarse ante Dios es lo que permite vivir conscientes de presencia de Dios, por lo que hacemos al humillarnos es reconocerlo como nuestro Señor, como aquel a quien debemos rendir cuenta de todo lo que hacemos, el vivir conscientes de su presencia es lo que nos  hace obedientes y nos permite reconocer que necesitamos de él para vivir, por eso podemos hacer lo que hizo Manases:

"Y habló Jehová a Manasés y a su pueblo, mas ellos no  escucharon; por lo cual Jehová trajo contra ellos los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales aprisionaron con grillos a Manasés, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia. Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres. Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauro a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios.                                                                          2 Cronicass 33: 10-13

Dios restaura nuestras vidas y nos ayuda a reconstruir mucho de lo que destruimos, como yo que vivía dos vidas y no había solucionado los problemas con mi madre sino que los había agudizado por mi hipocresía pero cuando comprendí esta verdad lo que cambio fue mi relación con ella y hoy día gozamos de una buena relación porque comencé a vivir la presencia de DIOS cada día de mi historia.

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